El día lunes 28 de octubre, la Comunidad educativa Pastoral del establecimiento celebró con alegría y gratitud el 57° aniversario de la ordenación sacerdotal del Padre Enrique Fortín Zecchin.
La ocasión no solo fue una fiesta para honrar el compromiso y la entrega de un sacerdote que ha dedicado más de medio siglo al servicio de Dios y de la humanidad, sino también un momento para reflexionar sobre la vocación y el sentido profundo del sacerdocio.
El Padre Enrique compartió con la comunidad un mensaje lleno de sabiduría y humildad, recordando que su vocación nació de una serie de “pequeñas llamadas” que le fueron guiando desde su infancia. "La vocación es un misterio de Dios", afirmó. "A veces, la vida nos presenta desafíos y caminos inesperados. Cuando dejé mi hogar en Italia a los 13 años para iniciar mi formación en un colegio salesiano a unos 300 kilómetros de mi pueblo, cerca de donde nació Don Bosco, no imaginaba la magnitud del llamado. Pero siempre supe que cuando el Señor llama, nunca nos deja solos. A cada traje especial que nos da, también nos proporciona una buena percha para sostenerlo", agregó.
Rememorando momentos significativos de su vida, el Padre Enrique relató con emoción cómo, a los nueve años, sufrió una grave enfermedad que le llevó al borde de la muerte. "Estuve en coma tres días y recibí la extremaunción", contó. "Al despertar, dije que tenía hambre, y mi mamá siempre me recordaba que fue la Virgen quien me devolvió la salud. Fue entonces cuando entendí que mi vida tenía un propósito especial”, esgrime. Cuando decidió optar por la vida sacerdotal, su madre, después de haberlo encomendado, sólo le dijo: “Y si hay un llamado desde lo alto, ¿qué voy a decir? Uno no puede sino responder con fe", comentó.
Durante la ceremonia, el Padre Enrique dirigió un "Padre Nuestro" en italiano, su lengua natal, un gesto que conmovió a todos los presentes, conectándolos con la universalidad y la historia de la Iglesia. "Es un regalo poder compartir con ustedes no solo mi lengua, sino también la oración que ha sostenido mi vocación durante 57 años", expresó.
El evento incluyó una emotiva intervención del director del establecimiento, Padre Félix Levin, quien elevó una oración especial para el homenajeado: "El Señor Jesús que ha llamado a nuestro Padre Enrique, no por sus méritos sino por pura gracia, a ser un instrumento de bondad y entrega hacia los demás, siguiendo el ejemplo de Don Bosco, esté con todos ustedes".
A su vez, el Padre Félix pidió al Padre Eterno que concediera al Padre Enrique la fuerza para seguir anunciando el Evangelio con valentía y administrando los sacramentos con fidelidad, señalando que "el sacerdocio es una misión que requiere sacrificio y dedicación constante".
El Padre Enrique, siempre con su característico humor y humildad, bromeó sobre su larga trayectoria: "Llegué a Chile en 1956 para el servicio militar… y parece que aún no lo termino, porque mi vida es un servicio". Con una sonrisa, añadió: "Al que más se le da, más se le va a pedir. Estoy agradecido por cada momento vivido, cada lugar donde he podido servir, desde Quillota hasta Tierra del Fuego. Cada paso ha sido un regalo de Dios".
La celebración concluyó con una bendición final, en la que toda la comunidad Salesiana de La Serena se unió para pedir que el Señor continúe iluminando el camino del Padre Enrique. “Gracias, Padre Enrique, por estos 57 años de servicio incondicional. Que sigas siendo para todos nosotros un ejemplo vivo de fe y entrega”, fueron las palabras de cierre del Padre Félix, que resonaron con fuerza en el corazón de todos los asistentes.
Felicitaciones, Padre Enrique, ¡por esta vida dedicada al sacerdocio y por ser un faro de luz para la comunidad!