
Bajo la luminosa inspiración del bicentenario del sueño de Don Bosco, nuestra comunidad educativa se congregó para celebrar la Ceremonia de Premiación 2024. En este solemne encuentro, honramos a los estudiantes que, con esfuerzo inquebrantable, dedicación ejemplar y un profundo compromiso con los valores salesianos, se han destacado como verdaderos testimonios vivos del legado de nuestro fundador.
En un año que nos desafió a dar lo mejor de nosotros mismos, esta ceremonia se alzó como un canto de esperanza y gratitud. Los logros reconocidos hoy no son solo medallas o diplomas, sino reflejos del amor por el trabajo bien hecho, del compañerismo que fortalece, y de la fe que nos guía en cada paso. Como Don Bosco solía decir: “Por ustedes trabajo, vivo y estoy dispuesto a dar mi vida”, una declaración que resuena en el corazón de cada educador y en la alegría de cada joven que encuentra aquí un camino de crecimiento y superación.
La premiación a la excelencia académica, al esfuerzo personal, a la participación pastoral y al espíritu salesiano nos recuerda que la educación es más que un conjunto de conocimientos: es una transformación del corazón. Nuestros estudiantes, al cultivar la alegría, el respeto, la caridad y el compromiso, se convierten en faros de esperanza para nuestra sociedad.
Los premiados fueron reconocidos con diplomas y medallas en las siguientes categorías: Mejor rendimiento académico, 100% asistencia, mejor rendimiento en el área técnica, mejor compañero, esfuerzo y superación, compromiso y participación pastoral, espíritu salesiano, destacados en las Academias Curriculares de Libre Elección (ACLES) y representación de la Escuela Industrial Salesiana San Ramón en distintas facetas.
La música, fiel compañera de esta jornada, llenó el ambiente de vida y emoción, recordándonos que en la educación salesiana la belleza también tiene un lugar central. Cada nota, cada acorde, fue un tributo al sueño de Don Bosco, quien decía que “un oratorio sin música es como un cuerpo sin alma”.
Agradecemos profundamente a las familias, pilares fundamentales en este camino, por su apoyo constante y por ser testigos de los frutos de esta obra educativa. A nuestros educadores, guardianes del espíritu salesiano, les reconocemos su incansable labor de formar no solo mentes brillantes, sino corazones nobles y generosos.
Hoy reafirmamos nuestro compromiso de seguir forjando buenos cristianos y honestos ciudadanos, jóvenes que con su fe, trabajo y alegría transformarán el mundo. Que María Auxiliadora continúe guiándonos y que el sueño de Don Bosco siga vivo en cada uno de nosotros.
¡Felicitaciones a los premiados, orgullo de nuestra familia salesiana, y gracias a todos por ser parte de este sueño compartido que no deja de crecer!